domingo, 26 de febrero de 2012

Fragmento 4: Flores para mi tumba

Un año y medio antes.
- Tía, no me lo creo.
- Pues créetelo.
- ¿Bromeas?
- No.
- ¿Va en serio?
 - Sí.
- ¿De verdad?
- ¡Que sí jolin!
- ¿Qué pasa? – Las interrumpe Patricia.
- Que los padres de Sandra no le dejan venir a mi fiesta. ¿Te lo puedes creer?
Patricia abre mucho los ojos como respuesta a lo que acaba de decirle Clara.
- ¡No!
Clara asiente.
- ¿De verdad?
- Como lo oyes.
- ¿En serio?
- ¡Vale ya! No empecemos con la misma conversación otra vez. – Protesta Sandra, cansada del juego de las mil preguntas.
- ¿Qué conversación? – Julia acaba de unirse al grupo.
- A Sandra le han prohibido ir a la fiesta de Clara. – Se apresuran a informar a la recién llegada.
- Qué pesadilla… - Murmura Sandra.
- ¡No…!
- Sí, y es cierto, es verdad, y es así. – La corta rápidamente. – No hay nada que se pueda hacer.
- Joder, ¡pero si a mí me han levantado la hora de llegada por haber aprobado Lengua…!
Ahora la que no se cree lo que escucha es Sandra. ¿Que a Julia le dejan sin hora por haber sacado un cinco raspado? ¿Y las otras tres que ha suspendido? ¿Qué pasa con ellas?
- No la mires así, San. – Le reprocha Patricia. – Eso es lo normal. No lo tuyo.
- Totalmente de acuerdo. – Clara levanta la mano con gesto solemne. – Tus padres deberían de estar encantados de que, por una vez, te separaras del escritorio de tu habitación.
Piensa en las palabras de su amiga y se encoge de hombros.
- Dicen que no me puedo descuidar, que ahora me toca estudiar…
- ¿¿Aún más?? – Julia parece a punto de tirarse de los pelos. – Eso, simplemente, ¡no es posible!
- No deja de ser una pena… - Clara cambia de estrategia y se dirige a ella con voz melosa. Se toquetea un mechón de pelo y consigue captar la atención de las presentes. – Precisamente ahora, que por fin Alex parece haberse fijado en ti…
- ¿Qué quieres decir? – Sandra se incorpora del coche en el que están apoyadas automáticamente. Su amiga sonríe, feliz de haber conseguido su propósito.
- Que hoy me ha preguntado si ibas a venir a la fiesta.
- ¿Qué? ¿En serio?
Clara asiente.
- ¿De verdad?
La interrogada vuelve a asentir y ríe.
- ¿No decías que te cansabas de este tipo de conversaciones?
- Sí, pero estamos hablando de Alex…
Julia ríe al ver los ojos enamoradizos que pone Sandra.
- ¡Pero si no has cruzado ni dos palabras con él! ¡Lo tienes idealizado! Seguro que en realidad es un cazurro… ¡Ay! – No ha podido esquivar el puñetazo que su amiga le ha propinado en el hombro.
Puede que tenga razón, pero le da igual. Cada vez que lo ve por los pasillos del instituto su corazón se acelera. Qué pena que ella curse el Bachillerato de Ciencias Sociales. Si cursara el de Naturales quizá podrían sentarse en el mismo pupitre…
- Por eso, esta fiesta es más importante que las demás. – Patricia la saca de sus cavilaciones. – Nunca vienes a ninguna, y jamás te lo reprochamos. Entendemos que te guste ser una empollona. Pero esta vez es diferente.
- Esta vez tienes que venir. – La apoya Julia.
Sandra suspira. Puede que sus amigas tengan razón. Pero su madre es la que realmente mira por su bien, y le ha dicho que tiene que estudiar.

En ese momento se oye una sirena cercana. El recreo ha terminado. Las chicas apuran la última calada del cigarro y después pisan las colillas. Todas menos Sandra, por supuesto. Es la única que no fuma. Y juntas, como siempre, se encaminan hacia el edificio.

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